Por Carlos A. Trevisi
Fundación Emilia Mª Trevisi
La necesidad tan manifiesta de saber inglés no se corresponde con los recursos 
que contamos para que se imparta la LENGUA. Normalmente nuestros esfuerzos se 
orientan más bien a enseñar los “cómos” del IDIOMA – conocimiento de la 
GRAMÁTICA- que al dominio del HABLA –ADQUISICIÓN DEL REFLEJO LINGÜÍSTICO.
 
Poco o nada se ha hecho en el ámbito profesional en cuanto a una actualización 
metodológica  que apunte al habla, al extremo de que una gran mayoría de 
profesores a cargo de la materia en centros primarios e institutos no tienen 
dominio de la lengua, aunque sí del idioma, ámbito en el cual se prodigan 
impartiendo una gramática cuyos contenidos aplican al manejo de traducciones y 
estructuras desencajadas de la realidad como nos hace ver Savater en “La Nación” 
de Buenos Aires del 15 de octubre de 1989 :  “cuando pienso en una lectura 
educativa me imagino uno de esos diálogos becketianos recomendados por los 
oligofrénicos profesionales para aprender idiomas, “Es su padre torero o posee 
una casa en las afueras”, “Mi vecino me ama y tiene una bufanda”, agregando que 
puede asegurar que aprendió a leer inglés gracias a “The 
Lord of the Rings”, dos diccionarios y un maravillosamente largo mes de agosto”. (1)
El principal problema radica en el hecho de que los profesores que imparten 
inglés no tienen la formación académica mínima imprescindible para abordar la 
complejidad de la tarea. Saber inglés en términos de lo que se aprende en la 
universidad estudiando filología no es suficiente.
Un profesor de inglés necesita conocimientos que nuestras carreras de filología 
no imparten. No es momento de abundar en carencias, pero básicamente se podría 
destacar que nuestros profesores tendrían que abordar una currícula que 
contemplara MÍNIMAMENTE dos años completos de FONÉTICA – un primer curso de 
SONIDOS y un segundo curso de ENTONACIÓN; dos años completos de LABORATORIO DE 
LENGUAS-algo tan fácil hoy día aprovechando las ventajas que ofrecen las 
tecnologías digitales; PEDAGOGÍA (una año); DIDÁCTICA (un año) y PRÁCTICA DE LA 
ENSEÑANZA al frente de un curso (un año) y algunas materias de apoyo que, tal 
cual sucede con nuestras filologías adentren al profesor en el ámbito de la 
cultura de la especialidad.  
Esta nueva modalidad no tendría porqué excluir los contenidos que hoy día se 
imparten en filología pero habría que hacer una revisión acabada de los 
objetivos que se persiguen en función de las metas a alcanzar y crear una nueva 
carrera –un PROFESORADO de INGLÉS- que contemplara todas las necesidades que 
tendría que abordar un profesional de la enseñanza de la lengua. (2)
No sería necesario “inventar” lo que acabamos de exponer. En la Argentina hace 
décadas que existen este tipo de profesorados y si algo ha caracterizado en 
materia de enseñanza del inglés a la Argentina es la calidad de los egresados de 
estos centros universitarios de estudio. Reúnen todas las características de 
nuestra filología inglesa pero además agregan todo lo específico para la 
impartición de la enseñanza de la lengua. (3)
Referencias
1. Ver TRADUZCA INGLÉS, Biblos, 1992. Argentina, del autor de la presente.
2. 
para abundar en el tema, v er.
http://www.fundacionemiliamariatrevisi.com/hablaringleslibro.htm
http://www.fundacionemiliamariatrevisi.com/ingles/educationalarticles3.htm
http://www.fundacionemiliamariatrevisi.com/propaganda/sayitnow.htm#a
 
http://www.fundacionemiliamariatrevisi.com/ingles/educationalarticles3.htm
http://www.fundacionemiliamariatrevisi.com/propaganda/sayitnow.htm#a
3.Recomendamos 
incursionar por
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